No cabe duda de que nuestras vidas cambiaron para siempre desde marzo de 2020 con la pandemia. Las medidas implementadas en su momento, impactaron para siempre la forma de ver la vida. Para algunos de nosotros se convirtieron en generadores de esperanza y reconocimiento de nuevas capacidades, para otros, por el contrario, se convirtieron en una carga emocional difícil de manejar.  

Las medidas, apenas normales para el que quizás sea el acontecimiento más relevante de los últimos tiempos, generaron malestar a medida que pasaba el tiempo, incluso hoy hace que las personas acumulen trastornos emocionales. En la actualidad sentimos que es la etapa final de la crisis de salud; sin embargo, las afectaciones a nivel mental persisten.

Cada vez es más frecuente escuchar a las personas con agotamiento o fatiga emocional, que no es más que una sensación de molestia, incomodidad o insatisfacción que hace que incluso no se disfrute de aquello que antes se disfrutaba y que generalmente, aunque se perciba se niega, y nos obligamos a continuar con el día a día.

Es importante reconocer la posibilidad de exigirse mucho y empezar a identificar los límites de la fortaleza, aceptar cuan vulnerable se puede ser y que realmente no somos lo que creíamos. Veníamos de un estado de cotidianidad y “normalidad” que se rompió con un virus, entonces nos quedamos más tiempo en casa; la cual, en algunos casos, se convirtió en un lugar de apoyo y tranquilidad y para otros, en un factor de riesgo para nuestra salud mental.

Para comprender la salud metal hay que comprender que cada persona reacciona de forma particular a los estímulos externos y dichas reacciones están ancladas en nuestro inconsciente. Para entenderlo mejor, imagina el cerebro como una cámara que, desde que nacemos, grava permanente y está registrando todo lo que pasa a nuestro alrededor, así como nuestras emociones o pensamientos. Este mecanismo existe con el fin de reaccionar a cada situación según la información que se capte.

En la actualidad encontramos un gran número de profesionales en salud mental   que ayudan a identificar estados de ánimo y a transitarlos de la mejor manera; nos recuerdan y dan herramientas para entender las emociones y no solo clasificarlas como buenas o malas, sino como necesarias para la supervivencia. Es importante estar alegre, así como experimentar la tristeza, la rabia y la ira o el miedo, los cuales existen como mecanismo para favorecer en gran medida la adaptación al entorno y a los peligros que nos rodean.

 Todos en algún momento podemos sentir preocupación, enojo, desesperanza, pero si estas emociones predominan la mayor parte del tiempo, afectan las actividades diarias y es allí dónde se hace inevitable pedir ayuda. La atención de un profesional de la psicología es necesaria para aprender a manejar las emociones y así establecer estrategias de afrontamiento, tal cual como pasa con cualquier tipo de enfermedad como la diabetes o la hipertensión, por dar algunos ejemplos. En la actualidad se cuenta con una variedad de terapias, todas encaminadas a recuperar la tranquilidad y capacidad para soportar los altibajos de la vida. 

A continuación, dejamos algunos hábitos que podrían ayudar a prevenir la fatiga emocional:

• Descansar: No es solo dormir, usualmente entre 6 a 8 horas son suficientes, sin embargo, también se descansa cambiando de actividad. El no dormir bien o dormir excesivamente nos está indicando alguna alteración y vale la pena consultar.
• Comer de manera saludable: Además de los benéficos físicos, los alimentos refuerzan sustancias que produce nuestro cerebro y que le ayuda a generar bienestar.  Por citar un ejemplo, está el triptófano, el cual produce serotonina, que es la hormona encargada de sensaciones como el bienestar o la felicidad. La mayor fuente de esta sustancia es la proteína de origen animal.
• Meditar: No se requiere ser un experto, empieza por sentarte en un lugar sin ruido, con poca luz, sin teléfonos, TV o distractores, aflójate la ropa y concéntrate solo en la respiración, puedes empezar por 10 minutos diarios donde respires y exhales lentamente, solo siente y piensa en la respiración. Este hábito mejora la concentración y la ansiedad.
• Administra tus pensamientos: Cuida lo que te dices, como es esa conversación interna.  ¡No todo el tiempo debes resaltar tus errores! Aunque siempre existe la justificación como mecanismo para darnos paz, algunos pensamientos se quedan y generan conflicto en tu mente. Acepta y deja fluir enfócate en la solución y siempre repítete ideas positivas.
• Ordena tu vida: Este aspecto incluye todas las dimensiones de tu vida, la casa, amigos, familia, pareja, trabajo, entre otros. Busca que a tu alrededor los elementos estén en el punto que corresponde, bota o dona aquello que ya no usas, escribe los pendientes o tareas del día y aférrate a esta lista, anótalos con horas precisas y tiempo que requieren y ejecuta tu plan cada día. Aprende a delegar y confiar actividades en los demás, en cuanto a las diferencias trata de llegar a acuerdos, no inviertas tu tiempo en peleas, convoca a la armonía el diálogo y la negociación, así todos ganan.
• Hacer ejercicio: Puede ser 10,15, 20 minutos, no importa comienza, la actividad física libera endorfinas, esta sustancia es la encargada de la relajación y felicidad, a través de ella podemos experimentar lo que conocemos como alegría.
• Comunicación: Trátate con bondad, con respeto y cariño, ten paciencia contigo mismo, usa palabras positivas; no solo tiene buen efecto en ti sino en los demás.
• Aléjate de las personas tóxicas: Las personas negativas, que siempre buscan confrontar y generar peleas o rivalidades, son personas con las cuales no es sano compartir mucho tiempo, no se trata de nunca volver a relacionarse con ellas, solo se trata de poner algunos límites, no te dejes contagiar de esas ideas negativas. En cambio, busca personas que aporten positivamente a tu vida sin dudas te ayudaran no solo a ser más creativo, sino a estar más tranquilo y feliz.
• Pedir ayuda: Una persona verdaderamente fuerte, es capaz de reconocer que situaciones rebasan su capacidad, una persona segura de sí misma sabe hasta donde puede llegar y reconoce a los demás como parte importante de sus logros.
• Sigue aprendiendo: Busca temas de tu interés, esto no solo ayuda a mantener la mente ágil y evitar enfermedades como la demencial o el Alzheimer, sino que te llevara a conocer personas nuevas y darte cuente de lo poderosa que es tu mente.